domingo, 17 de junio de 2012

Artillería e historia: Los cañones Voruz de la corbeta Unión (1/2)

Los Voruz de la Unión
Nobleza y acero 

Por: Rómulo Rubatto Suarez 
Parte 1

Los episodios bélicos son hitos naturales en la historia de los pueblos, es por esta razón que sus protagonistas se mantienen vivos a través de los años, permanecen con nosotros y al tomar contacto con ellos nos relatan en íntimo diálogo, sus vicisitudes durante los actos que les tocó ejecutar. 

Todos y cada uno de los elementos participantes en una conflagración armada tienen vida propia y al mismo tiempo corporativa, conservan la energía desarrollada entre sí y nos la transmiten en un singular idioma que todos debemos conocer; es por esto que los lugares que conservan alguna de estas reliquias, son verdaderos altares de nuestra razón de ser: la Patria. 

Este preámbulo tiene origen en el rescate, reconstrucción y restauración de estos dos cañones que artillaron la corbeta Unión, nave de grata recordación para la Marina de Guerra del Perú. 

La vida de combatientes de los cañones Voruz de la Corbeta Unión, fue intensa; su ánima rayada, su alma, experimentó todas las glorias y las miserias de la guerra. 

 

La Brigada Naval Combatientes del Pacífico al ponerlos a la vista de ustedes, les entrega al mismo tiempo su diario vital, la Bitácora de estos dos combatientes que no se rindieron jamás y que prefirieron morir, de propia mano, antes de caer en poder del enemigo. 

No podemos separar a estas piezas de artillería del entorno donde se desarrolló la mayor parte de su Hoja de Servicios a la Patria, la imbatible corbeta Unión. 

En 1863, La Armada de los Estados Confederados de Norte América, en plena Guerra de Secesión, encargaron a los Astilleros Louis Arman de Burdeos y Jollet Barbier Th. Dubigeon e Hijos de Nantes, Francia, la construcción de cuatro naves de guerra idénticas que formarían parte de su Flota, bautizadas originalmente como Osaka, Yeddo, San Francisco y Shanghay, nominadas a posterior: Missisipi, Lousiana, Texas y Georgia. 

Los adversarios de la Confederación lograron que Napoleón III, rescindiera el contrato y pusiera a la venta las naves. Prusia ofertó para compra de la Missisipi y Lousiana construidas en el Astillero Louis Arman de Burdeos y las sumó a su Escuadra en 1864, rebautizándolas como Victoria y Augusta. 

Mientras esto sucedía en el Norte del Continente Americano, nosotros, ante la presencia de la Flota Española del Pacífico, originalmente denominada Expedición Científica, intuimos las intenciones secretas de España y esto nos planteó la necesidad inminente de reforzar nuestra potencia naval; el Perú sabía, como sabe ahora, que en Sud América quien es fuerte en el mar tiene asegurada la estabilidad de su territorio; en esta premisa se ordenó a los representantes diplomáticos del Perú en Europa, Felipe Barreda, Manuel Pardo y José Sevilla, gestionar la compra de unidades navales para nuestra Armada con el asesoramiento profesional del Capitán de Corbeta don Aurelio García y García y el Teniente Primero don Miguel Grau Seminario. 

En noviembre de ese año se concretó la adquisición de las corbetas San Francisco y Shanghai, construidas en el Astillero Jollet Barbier Th. Dubigeon e Hijos de Nantes, ambas de 243 pie de eslora, 36 de manga, 16 de puntal, 1550 toneladas de desplazamiento y 400 caballos de fuerza generados por una máquina de la fábrica Mezaline en St. Nazaire que producía un andar de 13 millas a la salida del astillero; los negociadores concretan la compra y los profesionales proceden a ordenar el artillado de las naves en astillero, cada una con doce cañones de a 68 Lb., fundidos en Nantes bajo un diseño de J. Voruz inspirado a su vez, en los cañones Parrot Norteamericanos, de última generación por aquel entonces. 

El 14 de abril de 1864, las naves españolas que conformaban la Escuadra del Pacífico, al ocupar las Islas Chincha, inician las operaciones de hostigamiento contra el Perú en su primera etapa, que culmina con la firma del inicuo Tratado Vivanco - Pareja, en uno de cuyos artículos se contemplaba la devolución de los territorios marítimos invadidos por España, al que se da cumplimiento el 5 de Febrero de 1865, abriendo un corto paréntesis en las hostilidades durante el cual llegan al Perú las nuevas corbetas gemelas, ahora bautizadas como América y Unión respectivamente. 

Al parecer sus nombres no fueron escogidos al azar; España había declarado la guerra a Chile; el Perú en aras de la “Unión americana”, decidió prestarle ayuda profesional y logística en esta conflagración intercontinental; llegamos así a febrero de 1866: las naves de bandera peruana América, Unión, Apurímac y Amazonas, se dirigen a las coordenadas previstas para efectuar el rendez voruz con las chilenas Covadonga, Esmeralda y Lautaro, conformando así la Flota Aliada que según el artículo Tercero del Tratado de Alianza entre Perú y Chile, estaría bajo el comando de Juan Williams Rebolledo, Comandante en Jefe de la armada chilena, pero el 5 de Febrero de 1866 zarpó con la Esmeralda rumbo a Ancud para recoger de allí carbón y pertrechos, entregando el mando de la Flota Aliada al Capitán de Navío don Manuel Villar, marino peruano que desde ese momento, pasó a dirigir las operaciones de la primera Fuerza Naval Combinada de América Independiente. Simultáneamente, la Escuadra Española del Pacífico buscaba inútilmente a la Covadonga para recapturarla, hasta que fue avistada por ésta, que cumpliendo las órdenes de don Manuel Villar se encontraba a las afueras del estero de Abtao, las naves españolas se internaron en él persiguiéndola hasta colocarse a tiro de los cañones peruanos de la Unión, la América y la Apurímac que, al ocaso del 7 de Febrero de 1866. 

 

Los cañones VORUZ de la corbeta Unión, fueron protagonistas de la Victoria Naval de Abato, principio de la derrota final de la Flota Española del Pacífico, en el Combate Naval del Callao el 2 de Mayo de 1866. 

Ambas embarcaciones gemelas, la América y la Unión, fueron destinadas a ser los ejes de una odisea naval aún no escrita; aprovechemos la oportunidad para dedicar unas palabras, al capítulo heroico en el que, después de estar presente en la victoria de Abato, fue personaje central la corbeta América, a raíz del cual desaparece del panorama naval de nuestra Armada de aquel entonces. El 13 de Agosto de 1868, a las 18.00 hrs. Se produjo en el puerto peruano de Arica, un violento terremoto cuyas ondas se proyectaron a la bahía, provocando un maremoto de iguales o mayores características, exponiendo a los barcos anclados a ser arrastrados sin control mar afuera o ser varados, como sucedió con la corbeta América que a pesar de haberse dispuesto encender sus máquinas al iniciarse el terremoto, al producirse el maremoto, las calderas no alcanzaron la presión necesaria para hacerse a la mar. Su Comandante, el Capitán de Corbeta don Mariano J. Reyes que se encontraba en puerto, se embarcó en una falúa y arrastrando la braveza abordó su nave en peligro para tratar de salvarla; el Comandante Reyes murió en el intento y la América varó perdiéndose en tierra adentro en Arica. 

COMBATE DE PUNTA PICHALO 
La Unión, reaparece en otro capítulo importante de nuestra historia, entre los eventos de uno de los muchos disturbios internos que desde la derrota española en el Combate Naval del Callao el 2 de Mayo de 1866, y aun antes, se venían sucediendo. Había muerto don Ramón Castilla, el Coronel don José Balta asesinado, fue seguido en el poder por don Manuel Pardo que hubo de soportar las confabulaciones de Vivanco continuadas por Piérola que era, según don Jorge Basadre “el heredero de su narcisismo y su rebeldía”; Piérola, que un año después de la muerte de Vivanco había saboreado el placer de complotar desde el mar cuando su fallido intento desde el Talismán, conspira nuevamente y sus confabulados capturan el Huáscar que se hace a la mar con rumbo a Valparaíso. Después de un periplo de 122 días, durante el cual se produjeron una serie de controvertidos incidentes, la División Naval encargada de debelar la insurrección, reducida a tres unidades: la Independencia, la Pilcomayo y la Unión, se encontraron con el Huáscar cerca de Pisagua entre Caleta Junín y Punta Pichalo. Allí el 28 de Mayo de 1877 a las 17:25 hrs., se inició entre ellas un intercambio de disparos sin mayores consecuencias que culminó a las 17:00 hrs.; siendo los cañones VORUZ de la Unión los que cerraron este capítulo. 

LA GUERRA CONTRA CHILE 
La Campaña de 1879 de la Guerra contra Chile encuentra a los cañones diseñados por J.Voruz de a 68 Lb. para uso naval reforzados desde 1877 por un Withworth para 9 Lb.; a bordo de su emplazamiento original: la corbeta Unión que con la Pilcomayo conforman la Segunda División de nuestra Escuadra, la primera en zarpar del Callao con rumbo al Teatro de Operaciones del Pacífico Sur al amanecer del 8 de abril de 1879, transportando elementos de guerra para las tropas acantonadas en Arica e Iquique. En el curso de esta misión, las naves peruanas recalaron en Huanillos continuando su ruta, al llegar al paralelo 21º, aproximadamente a las 09.30 hrs.; avistaron al O.S.O a la Magallanes, que navegaba con rumbo al N.,al percatarse la nave chilena de la presencia de los buques peruano, intentó rehuir el combate iniciándose una persecución durante la cual la Magallanes, no contestó los fuegos de la Pilcomayo y la Unión, huyendo despavorida. Al llegar a la altura de Punta Chipana, ya a tiro de los cañones VORUZ de la Unión, respondió con los suyos tal como lo deja establecido el comandante de la Magallanes en su parte del combate, cuando dice: “...por mi parte, a fin de no perder lo ventajoso de nuestra situación, no contesté absolutamente los fuegos de la Pilcomayo pero sí con el cañón de popa, a las 12.00 a los de la Unión...”. Si bien es cierto que la Pilcomayo efectuó los primeros disparos de la guerra, es evidente que fueron los cañones VORUZ de la Unión, los primeros en intercambiar disparos con los del enemigo en Punta Chipana a las 12.00 del 12 de Abril de 1879. 

 

Se había producido ya la Victoria Naval de Iquique sobre la Esmeralda con la simultánea pérdida de la Independencia y el bombardeo nocturno de la flota chilena sobre la población civil no beligerante de Iquique, acción esta última, que provocó la orden de hostilizar al enemigo a lo largo del litoral; el 18 de Julio de 1879 el Huáscar y la Unión, zarpan de Arica para cumplir la orden recibida, el objetivo: Antofagasta. En el trayecto se capturó a la fragata Adelaida, al bergatín Saucy, a la barca carguera Adriana y se inutilizan embarcaciones menores enemigas. Cercanos al objetivos, don Miguel Grau concertó un rendez vouz del Huáscar con la Unión para el amanecer del 23 de Julio de 1879 a 20 ó 25 millas de Antofagasta. 

A las 06.00 hrs. de ese día, el Huáscar avistó los humos de la corbeta peruana, acompañados por los de otra nave no identificada, el Comandante don Miguel Grau sospechó de una situación inopinada y a toda máquina se dirigió a ellos encontrando que los VORUZ de la Unión acosaban al transporte armado enemigo Rímac, afirmó su pabellón con un disparo de 300 Lb. y al mismo tiempo que la chilena arrió el suyo enarbolando en el trinquete bandera de rendición. 

 

En la nave enemiga, los sucesos se desarrollaron de forma menos ortodoxa: el comando de travesía estaba bajo el cuidado del marino danés Pedro Lautrup, que debía entregar el mando al chileno Ignacio Gana en el caso de encontrarse la unidad naval en situación de combate; al alba, el vigía avistó un humo a la banda e identificó a la Unión, el comandante Lautrup entregó el mando a Gana que desestimó la información afirmando que se trataba del Cochrane y ordenó no variar el rumbo Oeste, al encuentro de la nave que todos reconocían como la Unión, considerando la oficialidad y tripulación que este error los conducía a un desastre, se produjo una situación de insubordinación que en poco tiempo tomó características de motín seguido de un incontrolable saqueo; poco antes de las 10:00 hrs. estaba el Rímac a 300 m. de la Unión y recibió una andanada de los cañones de la banda de estribor de la corbeta peruana a los que respondió sin tocar a la Unión, poco después el comandante Gana ordenó izar bandera de rendición; esta acápite es la síntesis del informe del Sub Teniente Guillermo Chaparro del 2º de Línea, pasajero eventual del Rímac, que llegó a nosotros gracias al trabajo de investigación firmado por el historiógrafo naval Carlos Cossio Zamalloa. En primer término, corrobora el parte oficial que sobre la captura del Rímac, eleva el Comandante en Jefe de la Escuadra Peruana, Capitán de Navío don Miguel Grau, y en segundo lugar, deja constancia de que fueron los VORUZ de la Unión, los principales protagonistas de la captura del Rímac.


Continua en Parte 2...


War Book (2003)

1 comentario:

  1. 1) No fue el Perú el que acudió en ayuda de Chile. Fue Chile el que socorrió al Perú y por ello pagó un alto precio: Valparaíso fue bombardeada por la escuadra española. 2)En el Rímac no hubo motín ni desorden alguno. De hecho, los Carabineros de Yungay alcanzaron a deshacerse de todo su armamento personal antes de ser capturados por el Huáscar. 3) Nunca hubo bombardeo, ni diurno ni nocturno, de la escuadra chilena a la población de Iquique. No existe registro alguno de tal hecho.

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